Hoy nos marchamos al 100 Montaditos de la plaza Utrillas de Zaragoza para picar algo con uno de los pesos pesados del vestuario del Fútbol Emotion Zaragoza, Víctor Tejel. El jugador aragonés nos acerca su opinión sobre su experiencia en el fútbol sala y conocemos su lado más personal.
¿Cómo empezaste en el fútbol sala y por qué?
Comencé en mi pueblo, Gelsa de Ebro, con mis amigos, y sin pensar en que algún día llegaría a ser profesional. Estando en Gelsa me convocó la selección aragonesa juvenil y fiché por el Caspe. Allí estuve ocho años. Al principio no tenía claro el dejar el pueblo, pero vi que podía mejorar y tenía posibilidades de progresar. Mi familia siempre me dijo que tenía que salir de Gelsa porque veían que era lo mejor para mí. Cuando yo tenía 27, me llamó el AD Sala 10 y no lo dudé. Era una buena oportunidad para seguir creciendo. Mi llegada a Zaragoza fue un cambio radical. Todo mucho más profesional y mi cuerpo lo notó. El primer año me lesioné cinco veces porque no estaba preparado. Me hizo ver que para estar en la élite hace falta mucho trabajo y cuidarte muchísimo.
Llegaste con 27 años a división de honor, ¿en qué momento dejas de recibir los consejos para pasar a darlos?
Los primeros años yo me sentía como un jugador juvenil, a pesar de tener 27. Todos mis compañeros llevaban mucho tiempo en División de Honor e intentaba aprender de ellos. El cambio lo tuve que dar cuando el club atravesó un mal momento económico y le tocó reinventarse. A algunos nos tocó coger las riendas del vestuario ya que había mucho jugador joven, de la cantera, y nos tuvimos que convertir en compañeros, entrenadores y, a veces, padres. Tuvieron que aprender en una temporada lo que a mí me costó cuatro. Viéndolo desde las distancia fue bonito, pero fue un año complicado. Seguramente, muchos dirán que éramos unos pesados, pero nuestro objetivo era que aprendieran el máximo posible. A algunos les sirvió y nos lo han agradecido con el tiempo.
¿Cómo te defines como persona?
Me definiría como una persona alegre y humilde. No me gusta que la gente se sienta mal e intento que haya un buen ambiente dónde voy. En cuanto a los defectos, soy un poco cascarrabias en algunos aspectos. Me gusta que la gente se tome las cosas en serio, no vale todo. En primera división, no puede ser todo de color de rosa y hay que tomárselo en serio. Y también soy demasiado impaciente.
¿Quién ha sido tu mayor referente en el fútbol sala?
Nunca me he fijado en nadie en concreto. Intento quedarme con lo mejor de cada compañero. He tenido la suerte de compartir vestuario con jugadores muy buenos y procuro fijarme en lo que hacen bien y aplicarlo a mis cualidades.
Dinos algún compañero que te haya sorprendido en lo personal y lo deportivo.
Me sorprendió mucho Euler. Jugó en el Playas de Castellón y fue campeón del mundo con Brasil. Vino a Zaragoza y parecía que nunca había jugado al fútbol sala. Para él, el primer minuto de pretemporada ya era importante y tenía que demostrar que era el mejor, y eso es muy complicado de hacer. Euler se ponía las zapatillas y lo demostraba. Es el jugador del que más he intentado aprender.
¿Tenemos Víctor Tejel para rato?
Físicamente estoy bien. Este año no me he perdido ninguna sesión de entrenamiento ni partido. Creo que en lo deportivo puedo seguir aportando en todos los aspectos, me encuentro bien. Pero cada año se complica todo un poco más, sobre todo, con el tema familiar. Vamos año a año y si todo va bien seguiré y sino pues nada. Al final, llegará a un día en el que no estaré en la pista, el club seguirá y yo estaré ahí para echar una mano.