Derrota amplia y merecida del benjamín frente al Equipe Sport. Sabíamos todos de la trascendencia del partido, que decidiría al campeón de liga. Desgraciadamente, no estuvimos a la altura que requería el encuentro. Fuimos superados en todas las facetas del juego, tanto dentro como fuera de la pista.
Era algo previsible por la dinámica que habíamos adoptado en buena parte de esta segunda vuelta: escasa implicación en los entrenamientos y poco acierto a la hora de hacerlos atractivos. Desde la parcela técnica, a lo largo del año, no se ha sabido inculcar ni enseñar los conceptos básicos e imprescindibles para convertir un grupo en un equipo. Estamos lejísimos de nuestro rival y quedan muy pocas jornadas para intentar hacer algo al respecto.
Felicitar a nuestro rival, que sí acudió a la cita, mientras que nosotros solo pudimos mirarnos en su juego y, al menos en mi caso, envidiar lo que desplegaron ayer en San Braulio.
Ahora tenemos unos días para resetear y, de verdad, volver a competir… si somos capaces. A lo mejor, nuestro nivel es ese, el máximo. Ayer, desde luego, no fue nuestro día.